Con altibajos desde hace años como destino turístico, Egipto siempre ha sido una apuesta segura para una escapada en la que descubrir, o revisitar, los inmensos e inigualables recintos faraónicos actualmente en pie y reconocidos mundialmente.
Cuando se sueña con un viaje a Egipto emergen las imágenes de Cleopatra, los dioses, las momias egipcias, las pirámides monumentales, los jeroglíficos, las falucas deslizándose por el Nilo, llevadas por el suave ritmo del río sagrado... Son muchas las civilizaciones que han dejado su huella y los tesoros son infinitos: la bella Alejandría, que brilló en el Mediterráneo antes de ser suplantada por Roma; el Valle de los Reyes y las Reinas, la necrópolis tebana donde los faraones fueron acogidos por Osiris; los yacimientos nubios de Aswan y Abu Simbel, un espejismo de piedra rodeado de colosos; los míticos templos de Luxor y Karnak o los del Egipto Medio... Tantos nombres mágicos que trasladan al viajero a la época de Ramsés II, Amenhotep IV o Tutankamón.
El Cairo de los faraones, El Cairo copto e islámico, El Cairo moderno... La mayor metrópolis del mundo árabe, donde estallan el arte y la cultura, desde los minaretes hasta los tejados, la capital es intensa, rebosante. No hay que perderse las pirámides de Keops, Khephren y Mykerinos, majestuosamente vigiladas por la Esfinge de Giza, por supuesto, ni el mayor museo de la antigüedad egipcia, ni el laberinto de callejuelas del exuberante bazar de Khan El Khalili.
La tierra de los faraones no sólo es fascinante por su historia, sino también por sus maravillas naturales. Los hermosos paisajes del Valle del Nilo, poblados de aves y animales en libertad. El Mar Rojo y a las playas de arena fina, lugares imprescindibles para practicar deportes acuáticos o bucear en el mundo de los peces multicolores y el coral. Los amantes del desierto encontrarán su felicidad durante las excursiones por el Sahara Oriental y sus verdes oasis.
Una estancia en Egipto significa también encuentros auténticos e inolvidables con el cálido pueblo egipcio. Para apreciar el ambiente y empaparse de la cultura local, hay que ir a los zocos, entre los habitantes, comerciantes de oro, telas, alfombras o especias frescas...